sábado, mayo 13, 2006

Para la foto

La reina del carnaval de Gualeguaychú se apareció de improviso (y en vistoso traje de ceremonias) durante la infaltable foto paqueta de los presidentes en la cumbre de Viena. Lo hizo llevando en alto un cartel con la leyenda "No a las papeleras" y borrando la frigidez de las sonrisas fingidas.


Se pueden ver fotos en la página de Greenpeace y una la cobetura periodística en Pagina12.

Lo que me trae al tema, con el cual me topo recurrentemente, de si es progresista o no la defensa de la ecología habiendo tantas cosas mas importantes. Una idea al parecer muy extendida en el pensamiento de izquierda de nuestras pampas, entre los intelectuales de cuna setentista, los militantes universitarios y, claro, algunos periodistas.

La cuestion se plantea cuando, por algún acontecimiento como el de Viena, el tema de la ecología se pone sobre la mesa. Entonces infaltable en alguna conversación de café, surge casi automática en los labios de los bienpensantes, la frase despectiva hacia esos boluditos que pierden tiempo en causas burguesas (como, digamos, la de salvar a las ballenas), mientras tantas cuetiones postergadas nos acucian (como, digamos, los chicos hambrientos de Misiones).

Si intento argumentar, los pocos que se molestan en cimentar su argumento dicen que no hay que gastar tiempo y esfuerzo en salvar un rio, un monte o una especie animal, que es egoista hacerlo, y que todo ese esfuerzo debería dirigirse hacia alguna urgente causa social. Que si fuera necesario talar el Amazonas para darle trabajo a los pobres brasileños, entonces adelante, para que queremos los árboles despues de todo. Que las papeleras (o las minas a cielo abierto, de las que los medios parecen haberse olvidado, dado que es mas fácil pegarle a Tabaré) darán trabajo antes que nada, y es más importante pedirles que respeto a sus trabajadores que pulcritud con el medio ambiente.

Lo notable es que esta gente parece ver una contradicción entre una cosa y la otra, sin entender que es en la naturaleza predatoria de los dueños del poder que se inscriben ambos fenomenos: la pobreza y la destrucción de la naturaleza. No parecen notar que ambas luchas, una por la justicia social y los derechos humanos, y la otra por la protección del medio ambiente, se libran contra dos efectos diferentes de la misma causa, que es un orden humano donde el único respeto se basa en el poder (en criollo: si no te temo te uso y si no te destruyo).

¿Es que no es evidente que las petroleras que hambrearon las ciudades patagonicas despues de la privatización de YPF son las mismas que vierten tóxicos donde les quede cómodo? ¿No es obvio que quienes le roban a Bolivia son quienes la destruyen?

Y los derechos humanos tampoco estan desligados de la cuestión. En nuetras actitudes reales hacia el mundo se pueden leer aquéllas potenciales hacia nuestros semejantes ¿no es evidente que quien hoy no siente horror sino placer al matar un ciervo, pertenece a la misma caballeria espiritual de quien mañana pide paredón para los ladrones de gallinas? ¿quién ve sin conmoverse una riña de gallos no le resulta fácil aceptar las torturas a un preso en una carcel bonaerense?

En general mis discusiones nunca llegan hasta tan lejos. A mitad de camino mi bienpensante interlocutor seguramente me tildará de gorila burgués, y se alejará con aire ofendido, a buscar otros bienpensantes con los cuales compartir un partidito futbol cinco, gastarse en una canchita lo que come una familia pobre en una semana. Por supuesto sin dedicar él tampoco un segundo a esas supuestas cuestiones más importantes que los ambientalistas olvidan.

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